Mientras la ciudad se revolucionaba por la llegada de la televisión, gracias a la instalación de la Torre Entel en el cerro Caracol y la discusión se mantuvo todo el año con el fin «definitivo» de la Feria Libre de Caupolicán y su traslado a la nueva Vega Monumental, Deportes Concepción planeaba con mucho más cuidado su segundo año en el Ascenso Profesional.
Los errores de la temporada anterior no debían repetirse y ya en enero firmaba su entrenador: Isaac Carrasco, experimentado ex jugador de Naval, Audax Italiano, Colo Colo y la Selección Chilena y entrenador de Unión La Calera. El «Marinero» vino a ser campeón y conformó su plantel en torno a la gran adquisición del club para ese año. Oscar Coll Marengo, con 35 años, llegó por 30 mil escudos desde Universidad de Chile, donde fue tricampeón tras su paso por River Plate, Platense, San Lorenzo y Espanyol. Junto a él, entre febrero y marzo arribaron el portero Sergio Fuentealba, el mediocampista Constantino Mohor, figura de La Calera y con paso por España y los delanteros Octavio Moraga (desde Municipal, segundo goleador del Ascenso 1967, tras Acuña) y René Stuardo. Renovaron Félix Farfán, que actuaría de capitán, Francisco Pinochet, Remigio Zambrano y el goleador Rubén Acuña.
El último en arribar, para reforzar la defensa, fue Haroldo Peña, central de 24 años, proveniente de Trasandino. Un cuadrangular en Temuco y un amistoso ante 28 mil personas frente a Universidad de Chile fueron los preparativos para el debut, el 30 de abril, frente a Iberia. Una grave lesión hizo que el titular arquero Fuentealba, traído por gran precio desde Santiago Morning, se perdiera la mitad de la temporada.
El comienzo fue fulgurante: 4 victorias y 2 empates lo llevaron al segundo puesto de la clasificación, mientras lidiaba con la falta de un campo de entrenamientos, que lo hizo deambular por Collao, Las Higueras, Tomé e incluso el Club Hípico. El reemplazo de Fuentealba, Ricardo Werlinger, se afirmó como figura del equipo y terminaría jugando todos los partidos, mientras Remigio Zambrano, el puntal del plantel anterior, luchaba codo a codo la titularidad con Haroldo Peña y Francisco Pinochet.
Hasta que llegó el primer clásico. 35.580 fanáticos repletaron el Estadio Municipal para disfrutar de la guerra de goles entre el puntero Lota Schwager y su perseguidor morado. Ya conocemos la historia: fuera de combate Peña tras el golpe que recibió de Cabrera, el partido se salió igualmente de sus cauces y terminó en el inolvidable 5-7 del 11 de junio de 1967.
Concepción no decayó con la derrota y encadenó una racha de 13 partidos invicto, con 8 victorias consecutivas. A finales de junio alcanzó a Lota en la punta, al vencer a Lister Rossel y empatar los mineros con Iberia, pero la lucha seguiría siendo punto a punto. Se afirmó Peña en desmedro de Zambrano en la defensa y el tándem Coll-Mohor se alzó como el mejor del torneo, sirviendo en gran manera a los goleadores Acuña y Moraga.
La revancha del clásico, jugada en septiembre en un Federico Schwager igualmente repleto, terminó en un empate que mantenía la distancia de un punto. A comienzos de octubre, Lota perdería un partido pendiente y el 15 de octubre, Concepción vencería a un potente Ñublense, que dirigido por un joven Caupolicán Peña le hizo dura pelea en Collao, ante 32.588 espectadores. Así, Concepción le sacó tres puntos a Lota Schwager, debiendo definir el campeonato en San Fernando.
El 22 de octubre, Concepción alcanzaría su primera estrella de la Segunda División. El empate 1-1 ante Colchagua, con gol de Rubén Acuña, puso punto final a la frenética lucha por el título y único cupo de ascenso con los mineros. La celebración fue el 1 de noviembre, con triunfo por 2-0 sobre Lister Rossel, con 30.590 hinchas en tribunas.
El plantel sería homenajeado por Huachipato en su partido contra Colo-Colo y ganaría un cuadrangular jugado junto a Lanús, Ferro Carril Oeste y Lota. Alcanzó un 81% de rendimiento, el mejor promedio de gol (2.38) y además fue el que obtuvo mayor recaudación (155.662 escudos) y el mejor promedio de asistencia, con 17.709 personas por partido.
Isaac Carrasco no renovaría por compromisos personales, pero cumplió su promesa de campeonato. Al final, Oscar Coll llenó cabalmente las expectativas: fue el motor de un equipo ganador, renovó firmando un contrato en blanco con Concepción, se nacionalizó chileno y fue la gran figura del campeonato junto a Gustavo Viveros, que sorprendió a todo el medio futbolístico por su calidad, pese a su juventud. Los demás también rindieron: Werlinger llegó como suplente y se consagró, Haroldo Peña destacó en la zaga y hasta tuvo ofertas del extranjero, al igual que Constantino Mohor, un incansable en el mediocampo y el artillero Octavio Moraga trabajó mucho para el brillo de Rubén Acuña, que por segundo año consecutivo se quedó con el galardón de goleador del torneo, sumando 40 goles en dos años. El desafío para 1968 ahora era la permanencia en la primera división, pero el objetivo de la fundación del club estaba cumplido: Concepción era de Primera.